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En nuestra sociedad moderna, hemos normalizado el estrés y el tener siempre la agenda llena con cosas que hacer. Tenemos que estar entretenidos 24/7, si no es trabajando de lomo a lomo, es checando redes sociales, leyendo los últimos tweets, viendo lo último viral en Tik Tok o simplemente consumimos lo que nos pongan en la televisión o Netflix. El culto al éxito en nuestros tiempos se basa en un modelo de desarrollo personal que está enfocado en esclavizar la actividad humana para lograr el “éxito” según los estándares de moda del momento: fama, dinero, consumismo, hedonismo, atención, etcétera.
Soy una firme creyente del poder de fijarse metas y de desarrollar una disciplina sana que te ayude en la vida diaria a conseguir tus logros, de hecho, pienso que una de las causas más nobles de la humanidad es la capacidad de desarrollar una visión de tu proyecto de vida. Sin embargo, también he notado que el enfocarse únicamente en auto-exigirse continuamente sin poner atención a otras causas externas puede ser peligroso para nuestra salud mental. Como sociedad, estamos experimentando un estrés crónico a niveles nunca antes vistos; de acuerdo con el Banco Mundial, la OMS estima que al menos una de cada cuatro personas en el mundo padecen de algún tipo de trastorno mental y la cifra aumenta cuando hablamos de personas que viven en una situación económica vulnerable.
Lo alarmante del asunto es que a través de los años, se ha estado traspasando la responsabilidad del bienestar total al individuo mismo, sin tomar en cuenta cómo nuestras propias instituciones, empresas y gobiernos son los culpables de crear un medio ambiente más hostil en donde se convierte prácticamente imposible el conseguir algún tipo de bienestar. Gobiernos que mandan miles y millones de dólares a financiar guerras inútiles, pero no tienen dinero para apoyar a sus propios ciudadanos con sistemas de salud dignos o cubrir sus necesidades básicas; gente que tiene que pagar impuestos estratosféricos para mantener cientos de puestos políticos sin oficio ni beneficio más que engordarse sus carteras a merced de la población; soportar crisis financieras creadas por bancos que por incompetencia o por diseño, se colapsaron con “malas inversiones”. Tan solo el fin de semana pasado, quebraron dos de los bancos más grandes en Estados Unidos: Signature Bank, y Silicon Valley Bank. La inflación está en los más altos niveles históricos en muchos países del mundo; y para colmo, el mercado de bienes y raíces se ha vuelto imposible por las enormes tasas de interés y la subida el Euroíbor. Miles de familias tienen que rentar, vivir con sus padres o de plano vivir en la calle porque no les es posible adquirir una vivienda.
Puedes hacer todo el yoga que quieras, mentalizarte sobre el éxito, mantener una mente positiva, trabajar día y noche, y “adaptarte a las nuevas circunstancias”, o aceptar que el minimalismo y el “no tendrás nada y serás feliz” es lo de hoy- pero esa no es una solución sustentable. Hay una línea muy delgada entre demonizar el capitalismo y usarlo como excusa para quitarles a las personas el derecho a una vida digna; de acuerdo a sus necesidades y aspiraciones. Lo que en realidad hay que cuestionarnos es: ¿Hasta cuándo vamos a permitir que los gobiernos, las instituciones, las grandes empresas, etc. hagan lo que quieran con nosotros?
Si nos pagan salarios miserables, es porque lo hemos aceptado como sociedad. La competencia de ratas que se ha impuesto como modelo a seguir para “hacer carrera profesional” ha logrado que cada vez más gente acepte salarios o condiciones de trabajo mediocres por miedo a no conseguir nada mejor. Eso no solamente perjudica al que aceptó esas condiciones; nos perjudica a todos. El aceptar como sociedad que ahora padre y madre tengan que trabajar para poder llegar al fin de mes; para poder poner algo de pan en la mesa para sus hijos, no es empoderamiento… es empobrecimiento. Por mucho tiempo nos han vendido la idea que la “mujer empoderada” tiene que hacer carrera para ganarse un lugar en el mundo machista patriarcal. ¿A dónde nos ha llevado todo esto? A que la madre, que es el pilar de la familia, también esté lejos de casa, y los niños se tengan que criar solos en una guardería y ya sabemos que hijos que se crían sin padres = mayor tendencia a que los hijos se tornen violentos o sufran algún trastorno mental.
El culto al falso éxito nos dice que es nuestra entera responsabilidad, crear la vida de nuestros sueños, y esa vida de sueños equivale a: tener más, consumir más, hacer más, gastar más, dar más… es un culto que en mi punto de vista, se aleja mucho del verdadero éxito: El verdadero despertar; tomar consciencia espiritual; gozar de paz; disfrutar a la familia; desarrollar tus propios pensamientos ; desplegar tu creatividad y generar abundancia a tu propio ritmo; acumular conocimientos verdaderos; libertad de ser y expresarse; reflexionar sobre la naturaleza y sobre la realidad de la naturaleza humana. El ritmo de vida de hoy no permite esos lujos.
El mundo está cambiando demasiado rápido, tecnologías que creíamos sólo eran posibles en libros de ciencia ficción ahora forman parte del staff de las grandes industrias. Amazon pronto empleará a más robots que humanos en un futuro cercano (interestingengineering.com).
Si pronto los robots reemplazarán los trabajos clásicos del ser humano, ¿Qué nos queda por hacer? El gusto y el orgullo por hacer trabajo manual, que es algo que hemos tenido desde el inicio de los tiempos, está en peligro de extinción . No se trata simplemente de automatizar tareas simples y repetitivas como en la maquila o la manufactura. La IA viene también “con todo” para reemplazar médicos, cocineros, managers, choferes y hasta artistas, escritores y chefs. Eso es lo que tecnologías como ChatGBT están transformando en muchas industrias.
Con estas transformaciones tan drásticas y en tan poco tiempo, vale la pena observar y juzgar con sentido común si todo este cambio tan vertiginoso tiene sentido. ¿Tiene sentido apoyar el desarrollo de IA para objetivos que nadie conoce exactamente?; ¿Tiene sentido pagar más por un impuesto verde para supuestamente frenar el cambio climático?; ¿Tiene sentido poner más atención y presupuesto a leyes de igualdad de género y derechos trans en lugar de enfocar ese presupuesto a mejorar las escuelas, o que las familias reciban más incentivos para que los niños puedan crecer en condiciones más favorables?
El actual culto al éxito, el querer imitar a las celebridades, es en mi opinión, un sinsentido. Te pone desde el inicio en desventaja, porque nunca sabes cómo es que precisamente esos influencers lograron serlo en primer lugar. Tal vez miles de niñas sueñan con seguir el ejemplo de Greta Thunberg o alcanzar la fama de Shakira, sin saber que esas figuras seguramente fueron financiadas desde el inicio para un fin particular.
Nuestro éxito como civilización en los siguientes años dependerá de qué tanto estamos dispuestos a luchar colectivamente para desmantelar intereses de instituciones globales, gobiernos socialistas, populistas, izquierdistas o incluso derechistas que atenten contra los derechos fundamentales de los seres humanos: La libertad, la dignidad, la justicia, el libre albedrío, poseer propiedad, el derecho crear una familia, el trabajo bien remunerado y digno, el derecho a ejercer la religión de elección. La voluntad de un pueblo es la base de la autoridad del poder público; no al revés.
Está en nosotros, luchar para proteger esos derechos, o seguir colaborando ignorantemente contra nuestra propia auto-destrucción. ¿Tú qué eliges?
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