Un año más que está por finalizar. El cierre de una década y el comienzo de una nueva. Como cada ley natural del universo, cuando un ciclo se cierra da pie al comienzo de otro nuevo ciclo.
¿Qué experiencias te dejó este año que está por concluir?
Para mí, cada final de año representa un tiempo para reflexionar ¿Qué objetivos pude cumplir? ¿Qué cosas dejé pendientes?, ¿En qué cosas puedo mejorar?, ¿Qué hábitos puedo cambiar?, ¿Cómo contribuir mejor a este mundo?, ¿Cuál es mi rol como ser humano y como habitante de este maravilloso planeta?
Una de las cosas que suelo hacer al finalizar cada año, es el tratar de reconocer en mí misma qué hábitos y pensamientos debo cambiar, para poder alinearme más al ser humano que quiero y aspiro ser.
Algo fundamental que llegó a mi consciencia, es el deseo de alejarme en ser el punto central en mi propia vida. Un consejo que había escuchado toda mi vida es el siguiente: “Tú eres el protagonista de tu propia vida y el que juega un rol central en ella”. Mucho tiempo viví de acuerdo a este principio, interpretándolo a mi manera… sin darme cuenta que mi rol protagónico me hizo centrarme demasiado en mí misma, sin detenerme a pensar si eso tenía algún sentido.
Un buen día, otro tipo de idea comenzó a moldearse en mi pensamiento. Un simple evento cotidiano, puede cambiar completamente tu percepción de las cosas y de uno mismo. Un viernes por la tarde, estaba haciendo los preparativos para una cena especial. Me sentía realmente motivada a preparar una gran cena para mi esposo y para mi hija y un par de invitados que teníamos ese día. Compré todos los ingredientes con mucho cuidado y gasté horas preparando la casa y cocinando. De pronto, 30 minutos antes de la cena, mi esposo llega del trabajo y se va directo a la recámara sin decir palabra. Yo me extrañé y fui a verlo. Me contó que se sentía mal, y que prefería dormir.
Tuve que cancelar la cena y dejarla para otro día. Yo ya tenía todo listo. Ese día elegí trabajar de casa justo para tener tiempo suficiente para preparar todo. Tenía que cancelarle a mis amigos, olvidarme de la cena, y básicamente ví todos mis esfuerzos tirados a la basura. Al inicio, confieso, sentí mucha frustración. Pasar toda la tarde preparando la cena, para que al final tuviera que cancelar todo al último minuto. Ví mis emociones flotando a flor de piel. Era una cena importante para mí. Iba enunciar mi segundo embarazo a mis mejores amigos. Quería que todo fuera especial- Para mí.
Ese repentino enojo, lo transmití hacia mi esposo. Él se sentía mal y yo era incapaz de sentir por él, de imaginarme su dolor y su malestar. Estaba demasiado centrada en lo que yo sentía y cómo en mi propio mundo, las cosas no salían como yo esperaba. Dentro de mi enojo conmigo misma reflexioné. ¿Qué sentido tiene, ponerse uno mismo en el centro? de qué forma puedo ayudar a mi esposo, y ver las cosas con mayor perspectiva, si las veo desde una visión “atrofiada” de la realidad? una realidad sazonada de pensamientos y expectativas que vienen de mí, y que inevitablemente vienen cargadas de experiencias, juicios, opiniones propias por cosas del pasado?
Y aunque esta simple vivencia le puede pasar a cualquiera, y puede pasar simplemente desapercibida con el paso de tiempo, para mí fue un punto de partida para comenzar a preguntarme si no hay otra manera de vivir.
Vivir de una manera en donde ya no soy la protagonista de mi propia historia- La protagonista, en realidad es la vida misma. Las personas a mi alrededor, de las cuales depende mi –y nuestra– sobrevivencia. Gracias al esfuerzo de millones de personas, podemos tener la vida tan cómoda que ahora gozamos en la actualidad. Los árboles que nos transmiten oxígeno, que exhalamos en forma de dióxido de carbono, el cual los árboles vuelven a tomar y reciclar para crear mas carbohidratos, los cuales nosotros como animales que somos, dependientes de las plantas, las utilizamos para crear nuestra fuente de energía y vivir. Como diría Carlos Seagan en su libro de Cosmos: “Qué maravilloso y cooperativo es nuestro proceso de vida- Plantas y animales, cada uno inhalando lo que otro exhala- un proceso de resucitación planetario de boca a boca, el cual está energizado elegantemente por una estrella que se encuentra 150 billones de kilómetros de distancia.”
Mi mayor aprendizaje este año entonces es el siguiente: Al final no importa cuántas listas de intenciones haga, ni cuántos propósitos de año nuevo escriba en forma de bullet-point. Todo lo que haga, si lo hago centrada sólo en mi propio bienestar, no tendrá ningún sentido a largo plazo, ni para mí, ni para el mundo a mi alrededor. Suena hasta cierto punto lógico en la teoría, pero en la práctica es algo más difícil de predicar si toda tu vida haz pensado de forma distinta.
De alguna manera, en el pasado tenía la idea de que si no pensaba en mí misma y mis deseos primero, no iba a tener oportunidad de conocer quién realmente soy, por estar “a la merced de los demás”. Tenía miedo de que no iba a llegar a conocer la felicidad interior, si no elijo por mí misma primero. Pensaba que el pensar en los demás primero antes que en mí, trazaba una línea muy delgada entre ser el producto de los demás vs. ser yo misma.
Pero una vez que me arriesgué a pensar diferente, y me dediqué a pensar más en los demás y en apreciar la vida sin poner siempre mi punto de vista como punto de referencia, algo interesante pasó; de pronto, pude apreciar más cosas en la vida cotidiana. Olvidándome un poco de mi misma, llegué a descubrir cosas e impresiones en mí que antes no podía ver. Llegué a descubrir fortalezas, comportamientos y hasta pensamientos que hasta ahora no me habían pasado por la cabeza, por estar preocupada por mantener una determinada imagen de quien yo creía ser o cómo debería ser.
Y entonces algo mucho más increíble ocurrió: a través de comenzar a observar el mundo tal cual es, algo dentro de mí se fortalecía. Mi mente comenzó a pensar con más claridad. Ya no me era tan difícil tomar una decisión; de alguna manera, mis acciones fluían más naturalmente. Ahora siento que realmente estoy empezando a conocerme. Observar el mundo, me da dado un reflejo de quién soy. No necesitaba preocuparme tanto.
Este es mi aprendizaje este año, y el único propósito que tengo para el siguiente año y todos los que están por venir: Vivir mi vida a través de dar a los demás, lo mejor que puedo dar. Empezar ahora, con lo que tenga. No se necesita tener dinero, ni acumular conocimientos ni cosas, ni ser perfecto, antes de empezar a dar. Dar con lo que tengas, con lo que eres ahora. Con tus defectos, con tus fracasos y con tus errores. Dar todo lo que eres. Como dijo el gran sabio Lao Tze: ” El camino de miles de kilómetros, comienza con un simple paso”.
Mi deseo para ti en este año nuevo, y esta nueva década por comenzar: Que tu vida se centre en dar a los demás. Que tu camino comience en donde estés y con lo que tengas. Que tengas el coraje de ser tú mismo y ver tu propio reflejo a través de tus acciones hacia los demás, y descubras la grandeza que reside en ti, sin necesidad de actos ni reverberencias. Que tomes responsabilidad de ti mismo y que encuentres en el camino, la fortaleza, paz y felicidad que ya residen en ti.
¡Feliz año nuevo 2020!
“El camino de la felicidad comienza contra corriente: es necesario pasar del egoísmo al pensar en los demás. Estar tristes, decían los padres del desierto, es casi siempre pensar en sí mismos. De esta manera, cuando la vida interior se encierra en los propios intereses y no hay espacio para los demás no se goza más de la dulce alegría del amor. En efecto, no se puede ser felices solos“- Papa Franciscus
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