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No sé si alguna vez hayas sentido como si en realidad, no fueras parte de este mundo. Te sientes ajeno a él, y no logras entender cuál es la razón por la que estás en esta vida.
Como si a veces, todo resultara tan transitorio e insignificante pero a la vez, tu vida está atrapada en una rutina abrumadora, de la que pareces no poder escapar jamás.
Al levantarte por la mañana, sientes una pesadez. Tan solo al tomar consciencia del nuevo día, tu mente comienza a bombardearte con todas las actividades y responsabilidades que te esperan. Suena la alarma del reloj y se siente como una amenaza al espíritu, un llamado a la condena, a la prisión mental de los horarios y actividades que debes de cumplir… otro día más, sin tener tiempo para hacer lo que en realidad quisieras hacer.
¿Qué sentido tiene, levantarse cada día y sentir que no quieres estar despierto?
Y después ya entrado en la rutina, te das cuenta que el trato con la gente se ha vuelto mecánico, político, ideológico, sin un real trasfondo de respeto mutuo y amistad. Pareciera que la gente se vuelve cada vez más egoísta, más en sí misma, y menos confiada. En las relaciones reina el drama y los conflictos. Te preguntas si alguna vez, volverás a construir relaciones estrechas y de calidad con gente verdadera, de carne y hueso; poder abrazarlas, en lugar de mantener relaciones huecas por las redes sociales.
Quizás no te identificas con lo que pasa en el mundo. No entiendes porqué tantas guerras, tanta avaricia, tantas enfermedades, tantas mentiras… tanta maldad. ¿Cómo es posible, si en nuestro interior sabemos, de forma intuitiva, que el ser humano es intrínsicamente un ser con capacidad infinita de amar, un ser que puede hacer maravillas, y proviene del diseño perfecto de Dios?
No estás solo. El camino del guerrero, inicia también con el despertar. Es un despertar bastante amargo; es como salir de un estado de trance, de coma, en donde de pronto te despiertas y no reconoces el mundo a tu alrededor. ¿Cómo es posible, sentirse así, si este es el único mundo que siempre hemos conocido? De pronto, te sientes solo o sola, en un mundo lleno de gente.
Es un despertar espiritual, una revolución del alma. Tu cuerpo siempre ha estado aquí, presente. Desde que naciste, has llevado una vida como la cualquier otro: ir a la escuela, buscar una profesión, trabajar, formar una familia, tratar de construir algo, basado en tu propia expresión de vida. Pero el guerrero espiritual se da cuenta en algún punto del camino que algo no va bien; que la humanidad no está avanzando en la dirección correcta. Hay crisis de Fé, de esperanza y parece reinar la confusión, las ideologías políticas y las corrupciones a gran escala de empresas e instituciones que han ganado más poder que el de un ciudadano soberano que ama su tierra, su gente y su comunidad.
Sabes en tu interior que tu poder va más allá de vivir una vida esclavizada, de seguir reglas y de sobrevivir… va más allá de “pasar el día”. Sabes que tu mente es más poderosa de lo que crees y crea tus propias realidades. Que el mundo no es “algo allá afuera” si no que tú lo creas con tus pensamientos e intenciones. Que el victimismo no es más que una ilusión para evadir la responsabilidad de afrontar y organizar la propia vida.
En realidad, Dios nos ha concedido con ese poder, y como dice la biblia: “Pide y se te dará”…al árbol se le conoce por sus frutos.
El guerrero, comienza con la propia búsqueda de la verdad. Se aleja de las manadas. Se siente mejor con poca gente, y pasa mucho tiempo en soledad. En ese camino solitario, uno aprende a encontrarse a sí mismo, y reconectar con su propio poder.
Te das cuenta que la verdad es que no perteneces a este mundo, porque tu origen es divino. La tierra es densa, de muy baja vibración. Tu alma es luz, que brilla en una alta vibración, la misma vibración que crea la energía más pura, la energía del amor.
La tierra en realidad es un lugar transitorio, donde aprendemos a utilizar el poder de nuestra mente y a utilizar la energía de forma creativa, tal y como hemos sido diseñados.
La tarea del guerrero en el mundo es simplemente eso. Crear con la energía del amor. Hacer lo que amas es la manifestación más grande de esa energía. Tratar a los demás con amor, y hacer del amor tu fuente mayor de energía; es la única manera de transformar el mundo.
Ese es el destino del guerrero. No estamos solos, pues vamos siempre de la mano de Dios.
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