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¿Vale la Pena Pagar el Precio de Ser Coherente?


Foto por: Paola K, Cape Town 2019

Hoy quiero compartir una pequeña reflexión sobre una palabra que no escuchamos muy a menudo últimamente, pero que es muy poderosa cuando nos decidimos a aplicarla en nuestra vida: La coherencia.

Tener coherencia en la vida, conlleva al acto de pensar, sentir, hablar y hacer lo que nos dicta nuestra guía interior, nuestro corazón. Es dejar al compás interno direccionarnos en cada una de nuestras acciones. Es el ser honestos con nosotros mismos y con los demás en nuestras intenciones.

Es muy fácil darse cuenta cuando no estás siendo coherente en tu vida: Las cosas no fluyen, los problemas parecen salir tan pronto levantas una piedra, como si fueran una plaga de cucarachas; las enfermedades aparecen, y tienes la impresión de que tan pronto sales de un hoyo, te estás metiendo en otro. Te sientes frustrado, cansado y de mal humor más días de la semana de lo que quisieras admitir.

Si nos va tan mal con la incoherencia, ¿Porqué a tantas personas les cuesta más ser coherentes con su vida que no serlo?

Muy fácil, porque no les gusta pagar el precio de ser coherentes.

Ser coherente tiene su precio, y es caro.

Es el armarte de coraje y hacer lo que realmente quieres hacer, sin tener garantías de éxito.

Es ser congruente con tus valores más intrínsecos y no dejarse arrastrar por las expectativas o presiones de otros.

Es trabajar incesablemente en lo que amas, es tener paciencia, hacer sacrificios y enfrentar los rechazos y fracasos que aparezcan en el camino.

Es aceptar y asumir la responsabilidad de los errores y fracasos, en lugar de tratar de esconderlos o culpar a otros.

Es muy fácil hablar y prometer cosas; lo difícil es cumplirlas. Tristemente la persona con la que menos nos comprometemos, es con nosotros mismos.

Con otras personas con las que sentimos una obligación podemos cumplir nuestras promesas, pero nos parece fácil engañarnos a nosotros mismos y sabotearnos sin ninguna consideración.

Yo lo he vivido. Sé lo que es el autoengaño. Pagas un precio barato a corto plazo, pero a largo plazo termina saliendo bastante más caro de lo que pensamos.

Autoengañarse es querer comerse el pastel de chocolate en plena dieta porque piensas que “mañana empiezas de nuevo”.

Es intercambiar una hora de estudio y escritura por ver una serie de Netflix porque “te mereces un descanso”.

Es trabajar en algo que no te gusta porque tienes un salario “seguro” en lugar de armarte de valor y emprender algo por tu cuenta o buscar trabajar en algo que realmente te gusta.

Son las mil y una excusas que nos ponemos para no vivir la vida que realmente merecemos.

No tiene nada de malo recompensarse de vez en cuando; no estoy en contra de los pasteles de chocolate, ni de las series de Netflix. De hecho, me encantan ambas cosas. El mensaje es más bien reflexionar hasta qué punto un placer del momento nos aleja o acerca de los objetivos que queremos alcanzar. Por ejemplo, comerse un trozo de pastel de chocolate una vez por semana, no tiene nada de malo e incluso puede ser una recompensa inspiradora por toda una semana de estar en régimen estricto de dieta. O si haz trabajado más de 8 horas al día durante la semana y un sábado por la tarde prefieres pasarlo viendo películas de Netflix, ¿Porqué no?

El punto es que las “recompensas” sirvan de catapulta para regresar hacia las acciones que nos llevan a ser coherentes con nuestros objetivos.

Yo he aprendido con el tiempo que prefiero pagar el precio de la coherencia, y disfrutar el proceso de lo difícil pero valioso, a estar regateando con la vida por lo fácil.

El precio de lo fácil es barato. Por eso a tanta gente le gusta lo barato, porque no hay que esforzarse mucho para obtenerlo. La incoherencia es fácil, y por lo tanto barata; y lo que obtienes a cambio obviamente es lo equivalente a lo que pagaste.

¿Porqué es fácil ser incoherente?

Porque así siempre puedes cambiar tu forma de pensar y actuar de manera en la que te beneficies de una situación o una persona.

La incoherencia es barata porque no requiere compromiso, ni sacrificio; no se necesita mucha inversión y se obtienen recompensas rápidas. Son los placeres instantáneos los que rigen a los incoherentes. Son las ganas de obtener toda la recompensa en el presente, sin trabajar para construir algo sólido en el futuro.

En lo personal, después de experimentar con los dos mundos, prefiero la coherencia, y pago con gusto su precio. A largo plazo, tiene su recompensa: Las cosas fluyen, todo se sincroniza en tu vida, recibes más de lo que pides, y pareciera que la vida te bendice entre más coherente actúas.

Cuando llevas una vida coherente, no existen realmente los problemas como tal porque la persona que tiene una coherencia sólida sabe qué hacer en cada situación. No hay dudas, sólo certezas. Eso no significa que no haya dificultades; esas siempre aparecerán, pero tu actitud y tu certeza en la acción te darán un poder personal que sólo es posible acceder cuando estas en sincronía total con el entorno, con la divinidad.

El amor se demuestra con hechos, y ser coherente contigo mismo es uno de los actos más grandes de amor que te puedes dar.

La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, dice y hace están en armonía”- Mathama Ghandi

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