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¿Cuál es el Sentido de Ganar o Perder?


Photo by Engin Akyurt on Pexels.com

Recuerdo muy bien aquellos veranos, esas tardes de tráfico densas en mi ciudad natal de Monterrey, cuando mi madre manejaba de regreso a casa y me llevaba en el asiento de a lado. Lo único bueno de estar varado en tráfico era escuchar música. No sé porqué, pero hace poco me llegó este recuerdo a la mente, como un susurro al oído. De pronto, me visualicé de nuevo de niña; sentada alado de mi madre, esperando que el semáforo cambie a verde para por fin poder avanzar, mientras escuchaba mi estación de radio favorita. De pronto, una voz ronca interrumpe la canción del momento “Pies Descalzos” de Shakira (Sí, el hit de los 90’s!) esa voz comienza a decir: “Son las seis de la tarde. Este es un momento de reflexión…. ¿Dé qué le sirve al hombre ganarse al mundo entero, si se pierde a sí mismo?… Padre Nuestro, que estás en los cielos…Santificado sea tu Nombre”… Fin del comunicado. Prosigue Shakira… “Perteneciste a una raza antigua, de pies descalzos y de sueños blancos….Fuiste polvo, polvo eres….”

En aquellos entonces, no le ponía mucha atención a este pequeño pero significativo incidente. Todos los días a las seis de la tarde, todos los radios de Monterrey paraban la transmisión para darnos esa reflexión: ¿De qué le sirve al hombre ganarse al mundo entero, si se pierde a sí mismo?

Me pregunto cuánta gente realmente se ponía a reflexionar sobre ello.

Después de todo, la mayoría de nosotros vivimos para “ganarnos el pan”.

Muchos años después, es que he llegado a realmente pensar sobre el significado de esa frase. Viene de la Biblia, del pasaje de San Mateo 16:26-27 que dice: “¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿Qué recompensa dará el hombre por su alma?”

A mi me parece que a estas alturas, en pleno siglo XXI, sabemos la repercusión de haber “ganado al mundo”. Nos creemos ganadores y merecedores de un mundo al que realmente, no conocemos. Hemos construido un mundo artificial sobre el verdadero, y hemos explotado al verdadero, para seguir construyendo nuestros castillos de arena (¿O más bien, de plástico?)

Pero, ¿Qué es lo que hemos ganado?

Aparentemente, hemos ganado más “Progreso”. Hemos avanzado en tecnología, en la ciencia y medicina; en el transporte; en la educación y en más confort. Para lograrlo, hemos tenido que explotar y desgastar nuestros verdaderos recursos naturales; los únicos que realmente nos proporcionan la verdadera vida: taladramos árboles indiscriminadamente y destruimos nuestros bosques para producir cosas secundarias como muebles, utensilios, o cosas industriales. ¿De qué te sirve tener una estúpida mesa nueva si no tienes oxígeno para respirar? (…) ¿Porqué contaminamos nuestras aguas con químicos industriales y desechos tóxicos? La misma agua que viaja por los subsuelos acuáticos, por el mar, los ríos… eventualmente termina en el aire que respiramos y en el agua que tomamos.

Vivimos en un mundo en donde si el hombre percibe que “gana”, la naturaleza pierde.

No hemos logrado conseguir un equilibrio óptimo, esta utopía de ganar- ganar. En este juego de la vida, los humanos nos hemos empeñado a querer conquistar la naturaleza y ser los ganadores del cuento; sin darnos cuenta que nuestra victoria, de seguirse llevando acabo como ahora, es la semilla de nuestra propia destrucción.

Ahora entiendo mejor esa famosa frase de San Mateo, que todos los días las estaciones de radio de Monterrey nos hacían recordar. ¿De qué nos sirve ganar, si en realidad ganar, es perderlo todo? Perderse a uno mismo, es perderlo todo. Perder la propia identidad es un asesinato a la luz del día.

¿Qué es lo que queremos ganar del mundo? ¿Sus recursos?, ¿La gente?, ¿El poder ?, ¿Qué es exactamente lo que ganamos si intentamos dominar a este mundo?

Lo único que ganamos, es nuestra garantía de aniquilación. Atentar contra el mundo, contra nuestra naturaleza, contra otros seres, y contra otros humanos, es simplemente atentar contra uno mismo. Porque no vivimos en entidades separadas, ni somos seres auto- suficientes. Necesitamos que nuestro entorno, nuestro mundo, esté en armonía para sobrevivir. Un minúsculo cambio en el fino balance de nuestros procesos bioquímicos y fisiológicos, que cause un desequilibrio en nuestro sistema inmunológico, endócrino y en la producción óptima de células regenerativas y terminamos moribundos en el hospital.

Por eso la pregunta: ¿Ganar o Perder? Carece de todo sentido. No hay ganadores ni perdedores. O respetamos a las leyes de la naturaleza, y buscamos por fin la reunificación humana con los valores universales del amor, la tolerancia y el libre albedrío junto con nuestros compañeros de viaje (todos los seres vivos)…o nos vamos todos al fango.

Y como dice la famosa ley Newtoniana: “Todo lo que sube, también baja”.

Si realmente queremos ganar, tenemos que dejar de competir. Tenemos que abandonar la mentalidad de “ganar” y adoptar una nueva forma de ver a la vida: Ver la Interconexión, los múltiples procesos de vida que dependen uno del otro; vernos interdependientes y como parte del todo; cuidando celosamente nuestro hermoso hogar.

Seguir ignorando este hecho, es mentirse a uno mismo.

Y como dice Gandhi: “Siempre es mejor perder con la verdad, que ganar con la mentira”.

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