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Siempre me ha fascinado leer sobre las personas exitosas. Me he preguntado una y otra vez, cuál es el común denominador de todas esas personalidades que admiro, que han sabido seguir su intuición y desarrollar sus talentos de una manera que trascienden lo normal, y se convierten en seres extraordinarios, que logran transformar a toda una sociedad o al mundo entero.
El ámbito en donde estas personas han llegado al éxito parece ser no relevante. Ya sean personas destacadas en la ciencia y psicología como los grandes pensadores de la época antigua de nuestra humanidad (Galileo, Socrates, Aristóteles…) como personajes científicos más recientes (Newton, Einstein, Kepler), o empresarios exitosos del mundo moderno, o personas destacadas en el deporte o en las artes; en realidad no importa en qué ámbito piense o investigue, siempre encuentro similaridades en la manera en la que estas personas lograron traspasar las barreras de lo común y catapultarse al mundo de lo extraordinario, cási de lo divino.
De toda la gama de cualidades que las personas de éxito poseen, hay una característica en particular que me llama la atención: Su poder de enfoque. El poder de enfoque en realizar tareas en dirección al propósito deseado, es una de las cualidades clave que marcan la diferencia.
No importa tanto qué procedencia tienes. Ni qué habilidades intelectuales. De hecho, el talento por sí mismo tampoco te lleva al éxito- es el enfoque y disciplina combinadas en el esfuerzo constante al realizar tareas y actividades sobre un tiempo determinado lo que hace que llegues a un lugar más lejano del que creíste jamás.
El talento sin enfoque, es como querer viajar de un punto a otro, digamos, de Londres a Nueva York, sin elegir una ruta específica y sólo seguir todas las direcciones posibles. Una desviación milimétrica de dirección puede no significar mucho en un instante, pero si se aplica consistentemente, te puede llevar a un lugar completamente distinto del que planeabas.
¿Cómo lograr tener enfoque y concentración en las áreas importantes de nuestras vidas? Es una pregunta que constantemente ronda mi cabeza. Después de todo, vivimos en un mundo lleno de distracciones. Tan sólo al levantarte cada mañana, basta con checar tu teléfono celular, o prender la televisión, para que cantidades inmensas de información lleguen a tu cabeza y te inunden por completo.
El tener enfoque y disciplina parecen tareas fáciles, pero en realidad, requieren de un enorme poder de voluntad. Más allá de la voluntad, me atrevo a decir con seguridad que se requiere de un amor incondicional y una pasión inquebrantable por lo que se hace y lo que se quiere lograr. Es conectar ese deseo de lograr un propósito con tu amor más profundo. De esta manera, no es posible no poder enfocarse, ni concentrarse, en lo que realmente es importante.
¿Qué estamos dejando entrar en nuestra mente, en nuestros pensamientos… y al final, en nuestra vida, cada mañana y cada día? ¿Dejamos inconscientemente que otros nos inunden con sus sueños, sus demandas, sus predicciones, opiniones?… Es difícil mantenerse fiel a los pensamientos auténticos que vienen de tu Ser.
Al final de cuentas, es una decisión. Tú decides, ser consciente de tus pensamientos. Tú decides, decirle SI a tu intuición y compás internos, y NO a todo lo demás. Tú decides enfocarte en ello, en eso que en lo más profundo de tu alma es lo que quieres hacer, es lo que consideras la razón de tu existencia. Y es entonces cuando el enfoque se da sin tanto esfuerzo, porque simplemente sabes que no puedes hacer otra cosa más que eso que te acerca a alcanzar ese propósito máximo.
Si trabajas incesantemente y aún así no has alcanzado el propósito de tu vida, no significa que seas un fracaso. Significa, que has tenido una gran visión. Entonces, tu vida ha sido un gran éxito.
El vivir una vida con propósito, es la autorealización máxima. Persigue tus sueños, al grado de que sientas que literalmente se te va la vida en ello, porque en realidad la vida se te está yendo de todas maneras.