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No podemos negar que nos encantan las rutinas. El hombre es rutinario por naturaleza. Está en nuestro DNA.
Desde hace mucho tiempo atrás me he preguntado porqué tenemos tanta obsesión por las rutinas… ¿Porqué son tan importantes para nosotros? ,¿Porqué nos gusta convertir nuestra vida en repetidos rituales?
De alguna manera creo que es una manera de darle un sentido a nuestra vida. Vivir puede ser algo bastante escalofriante, cuando no tenemos un “plan”. Creo que detrás de todo esto, está nuestro miedo a la incertidumbre; Vivir al día, sin planes ni dirección, puede ser aterrorizante para muchas personas.
En algún lugar leí que la estructura de la sociedad es una barrera a la espontaneidad, y de hecho incrementa la probabilidad de que concedamos nuestra autenticidad a respuestas robóticas. También vemos a la repetición y a la “disciplina” y la “constancia” como algo positivo: Toda la fundación de nuestras actividades humanas está basada en la repetición.
Nos levantamos casi siempre a la misma hora. Desayunamos las mismas cosas. Tomamos el mismo tramo al trabajo. Trabajamos en lo mismo por años y años. Repetimos los mismos rituales una y otra vez: festejar cumpleaños, bodas, aniversarios y eventos religiosos. La vida pareciera correr en ciclos: Lunes a Domingo, las mismas 24 horas cada día. De la primavera, siempre sigue el verano, después el otoño y al final el invierno…antes de empezar de nuevo con la primavera. El sol pareciera que siempre sale del oriente para ocultarse de nuevo por el occidente. Nuestra vida pareciera acoplarse bien a esta aparente vida en ciclos.
En alguna parte del camino, se nos ha olvidado algo importante: Ser espontáneos. Como lo mencioné previamente, pareciera que la estructura social en la que vivimos, no nos permite expresarnos totalmente en libertad. Desde que tengo memoria, siempre crecí en un mundo inundado de reglas. Hasta el más simple acto de despertar, ya venía dictado por una cierta hora. Mis papás me ponían el despertador, para “obligarme” a despertarme a cierta hora, así que pueda vestirme, desayunar e ir a la escuela siempre a la misma hora. Una vida dictada al compás del reloj. Hay una hora para dormir, ciertas horas para trabajar, y ciertas horas para comer. El no seguir las reglas siempre traía consecuencias negativas.
Del otro lado de la moneda, también escuchamos aquí y allá que tenemos que ser auténticos y actuar de acuerdo a nuestros deseos. Toda la publicidad hoy en día se basa en esa promesa. Vive tu autenticidad, expresa tu propia personalidad… compra este teléfono/coche/casa/refresco… y sé tú mismo! Compra todo de las mismas trasnacionales globales. Hello, ¿Me perdí de algo? Toda una vida siguiendo reglas monótonas en todas las áreas de mi vida y de pronto me salen con que tengo que ser auténtica…consumiendo las mismas cosas, las mismas marcas globales para las masas… ¿Qué es todo esto?
Ser espontáneo… lo que pienso de ser espontáneo, es simplemente, seguir el compás de la vida… la música de la vida, a mi propio ritmo. Es simplemente actuar en el momento presente, sin preconcebirlo ni teniendo alguna intención específica. La acción auténtica que viene de adentro, no requiere ninguna regla, ni opinión ni condición.
Simplemente seguir el ritmo de la vida. Escuchar el compás del corazón. En nuestro camino por este mundo siendo seres humanos, se nos ha olvidado la palabra derivada de Seres…“Ser”.
Ser espontáneo es simplemente SER.
No tengo que pensar de una cierta manera, ni consumir ciertas cosas, ni seguir las mismas reglas que otros para expresar “mi autenticidad”. No estoy totalmente en contra de las rutinas, siempre y cuando las elijamos de forma consciente. Desarrollar nuestras propias rutinas que nos ayuden a expresar nuestro ser auténtico es algo maravilloso. La rutina y la espontaneidad no tienen que ser dos polos opuestos, siempre y cuando realmente actuemos desde nuestra forma más pura del ser, escuchando nuestra propia voz.
En todo este bullicio, simplemente quiero volver a SER.
La espontaneidad es la música del alma, la inspiración última del Todo.