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El Verdadero Sentido del Trabajo

Photo by Pavel Danilyuk on Pexels.com

Tal vez te sientas identificado: Lunes a las 6:00 A.M suena el despertador, y se siente como una tortura. Después de gozar del fin de semana, en donde puedes hacer lo que quieras con tu tiempo, llega el indeseable lunes a recordarte que no eres libre, que tienes un compromiso con el “trabajo”.

Con excepción de unos pocos, la gran mayoría de la gente puede identificarse con ese escenario. “Ni modo, cuando toca, toca” porque todos necesitamos comer, y la libertad no es duradera. Siempre me ha llamado la atención la asociación del trabajo con “ganarse la vida”. ¿Qué significa ganarse la vida? En el mundo moderno, ganarse la vida significa trabajar para poder pagar las cuentas, la comida, la vivienda… en fin, poder mantener un estilo digno de vida. 

El sentido del trabajo ha perdido la su verdadera esencia: la dignificación humana, el poder darle sentido a la vida por medio de nuestras creaciones, y en el proceso, llegar a conocernos a nosotros mismos.

La única manera de sentirse digno de sí es cuando estás orgulloso de lo que haces, y lo haces con gusto. No tienes que ser un artista, poeta, escritor o cantante para sentir que con tu trabajo contribuyes a la capacidad creativa de la humanidad. Oficios como trabajar la tierra, construir algo con tus manos, servir a los demás a través de algún servicio son otras formas de encontrar un sentido más profundo y vivo al trabajo.

En mi libro “The Sucess Mindset”, enfatizo también que una vocación debería estar conectada a una visión más profunda de tu vida.  Es importante hacerte las siguientes preguntas. ¿Qué es para mí el trabajo?, ¿Para qué trabajo?, ¿Cómo mi trabajo le da sentido a mi vida?

Si al intentar responder estas preguntas te das cuenta que no encuentras otro sentido o razón más que ganar dinero, entonces querido amigo, no estás trabajando libremente, si no que estás esclavizado.

Antes del siglo XX, los trabajos tenían un rol central en la vida de las personas. Confeccionar ropa, trabajar en el campo, construir muebles, y todo tipo de trabajo manual era indispensable para servir a la comunidad y al mismo tiempo, le daba un sentido especial a la persona que ejercía esa vocación. La satisfacción no venía del dinero ganado, si no del orgullo de la creación o de la acción.

Hoy en día, con la modernización de casi todo tipo de trabajo manual, este honor a la creación humana se ha estado perdiendo, quizás para no volver. El confeccionar una pieza de ropa con muchas horas de dedicación y con materiales elaborados ha sido reemplazado por gigantescas fábricas maquiladoras que confeccionan ropa estándar en minutos.

El arte ser agricultor, el conocimiento de los ciclos de cosecha en base a las estaciones del año y las condiciones de la tierra, se van desvaneciendo ante los campos masivos de monocultivo que se auto- regulan con fertilizantes y otras tecnologías.

El escribir una carta con puño y letra, a consciencia y bien elaborada, se ha reemplazado por escribir en teléfonos móviles tres palabras y con “emojis”.

La fuerza cultural que define al humano en base a su trabajo y a la creatividad del mismo se está perdiendo, en esta nueva forma de “trabajar”.

Los trabajos de hoy en día, requieren de habilidades estandarizadas aprendidas desde la escuela. Tienes que aprender los temas actuales que ayuden a las empresas a producir bienes y servicios. Tienes que ser un buen administrador, contador, ingeniero, informático, y lo que sea necesario para servir bien a la economía de hoy, que está enfocada en producción y consumismos excesivos, en donde los que ganan son los que ponen las reglas del juego.

A las grandes empresas no sólo les compramos los bienes y servicios que ofrecen, sino que también les regalamos nuestro tiempo y nuestra alma al contribuir activamente a la construcción, automatización y dominancia de los mismos, trabajando para ellos.

Tal vez es momento de pararse un poco a reflexionar: ¿Porqué seguir apoyando este sistema de esclavitud? ¿Porqué seguir aceptando esta forma “moderna” de trabajar, donde todo tiene que ser rápido, eficiente, al más bajo costo?

¿Porqué tenemos tanta prisa? ¿Cuál es la obsesión de hacer todo más rápido y más barato?

Un trabajo hecho sin sentido es una vida mal gastada.

Volvamos a lo que hace grande a la humanidad: La capacidad de crear y de hacerlo en el ritmo natural, respetando sus tiempos y con ello disfrutando la maravilla de sentirse vivo, sin prisas.

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